Aunque la Web ha evolucionado considerablemente desde su creación, su etapa actual necesita mejoras importantes, muestra de ello son las recientes fallas del conjunto de aplicaciones sociales de Facebook, entre las que se encuentran Instagram, WhatsApp, Messenger, que han conllevado a la desconexión de las plataformas durante un par de horas generando afectaciones en miles de millones de usuarios y empresas de todo el mundo.
Entonces, hacia donde se pretende evolucionar la Web, en menos de lo que se espera el poder ver, oír, sentir a través de cualquier dispositivo podría ser una realidad.
De esta manera, el reto de lo que se ha llamado Web 3.0 será lograr que en un entorno online las máquinas puedan interpretar páginas web de la misma forma que los humanos.
La forma actual de trabajo en conjunto con el desarrollo constante de nuevos dispositivos, permiten estar más conectados que nunca. Hoy, se debe reconocer que ya no basta con compartir, crear y opinar. Es el momento de dar un paso más, conseguir información casi a la carta, lo anterior se podría visualizar como un paso inherente, sin embargo, resulta complejo imaginar cómo se llegará allí.
La evolución es inminente ya que, si bien conectar los dos polos más lejanos del mundo con una red de conmutación de paquetes y una plataforma de hipertexto es un logro increíble, la web se ha corrompido por su propio éxito.
Un claro ejemplo es la forma en que se genera un pago en línea. En la Web 2.0, el usuario no está facultado para realizar pagos perse. En realidad, debe ponerse en contacto con su institución financiera para hacerlo en su nombre. Lo mismo sucede si desea ponerse en contacto con su amigo en línea, es probable que deba apelar a Facebook o WhatsApp para transmitir su mensaje.
La Web 3.0 empodera al usuario al ser considerada como una Carta Magna ejecutable, es decir, el fundamento de la libertad del individuo contra la autoridad arbitraria del déspota. Si la sociedad no adopta los principios de la Web 3.0 para su plataforma digital, corre el riesgo de una corrupción continua y un eventual fracaso.
A pesar de las bondades, la adopción de la Web 3.0 no será ni rápida ni limpia. Con intereses arraigados que controlan gran parte de los estilos de vida digitales, e intereses pueden incluso intentar hacer que los componentes de la nueva web sean ilegales.
A través de la Web 3.0 será inminente que se dé lugar a una nueva economía digital global, creando nuevos modelos de negocio y mercados para acompañarlos, rompiendo los monopolios de plataformas como Google y Facebook, y dando lugar a vastos niveles de innovación que traerá un significado completamente nuevo a la frase «la Era Digital».